RAQUEL
La Anorexia es una lucha constante con una misma, con tu propia mente.
Traducción de Elio Verdú.
Sabía que algo iba mal porque estaba constantemente cansada y siempre tenía hambre.
“Todo empezó el verano que me fui a Inglaterra. Era la primera vez que estaba sola y vi la oportunidad de hacer lo que quisiera y tomar mis propias decisiones. Me entusiasmaba la idea de poder tener el control, así que empecé a controlar lo que comía. Siendo honesta, al principio era emocionante; tenía una sensación de fuerza y de poder que no había sentido antes.
En cosa de un mes ya había perdido mucho peso. No sé cómo pasó o en qué momento, pero pasé de tener el control a estar controlada por la Anorexia. Muy en el fondo, sabía que algo pasaba porque estaba constantemente cansada y siempre tenía hambre. Cuando volví a casa, mi madre se alarmó y me llevó al médico. Me dijeron que estaba grave y que tenía que ser hospitalazada, pero mis padres quisieron buscar otras soluciones y encontraron a una psiquiatra a la que veía una o dos veces semanales.
La odiaba. No soportaba escuchar la verdad porque no coincidía con cómo lo estaba viviendo yo. Recuerdo tener pensamientos paranoicos y creer que todo era una conspiración en mi contra porque estaba segura de tenerlo todo bajo control. Cuando estás enferma, piensas que nadie está de tu parte. Me volví súper desconfiada y no me fiaba de nadie. Ahora sé que esa no era yo, sino que era la voz en mi cabeza que no paraba de repetirme qué pensar y cómo actuar. Recuerdo que intentaba ser yo misma, intentaba hacer lo que me apetecía y liberarme de esa sensación pero no podía; la voz siempre acababa ganando. Así fue como me convertí en una persona manipuladora, arrogante y déspota.”
Físicamente estaba mejorando, pero mentalmente estaba destrozada.
“Durante dos años, todo fueron peleas, amenazas y un sinfín de promesas que nunca cumplía. Mis padres me dieron miles de oportunidades, esperando que entrara en razón y empezara a poner de mi parte. Pero no lo hice. Así que un día llegué a la consulta y en la mesa de la psiquiatra vi los papeles con mi nombre. Sólo faltaba la firma de mis padres y sería hospitalizada de inmediato. Fue un golpe muy duro. No entendía nada y no podía creerme lo que estaba pasando. La idea de pensar que no podría cumplir mis sueños y hacer los planes de futuro que tenía en mente fue lo que me hizo despertar y querer, por fin, luchar contra la Anorexia.
A partir de ese momento, empecé a ganar peso. Físicamente estaba mejorando, pero mentalmente estaba destrozada. Fue una etapa durísima y la recuerdo con mucha crudeza. Lloraba porque tenía que comer y, cuando conseguía acabarme el plato, lo vomitaba todo porque mi cuerpo no estaba acostumbrado a ello. Cuando pensaba que había ganado una pequeña batalla, perdía otra. No sabía cómo gestionar la situación, me vine abajo y empecé a sufrir depresión.”
Mi mayor miedo era comer; después, era la idea de pensar que nunca me recuperaría.
“Había perdido lo que más quería en este mundo: el control que alimentaba la obsesión. La voz interna seguía ahí, machacándome constantemente y prometiendo que nunca se iría. Era mentalmente agotador hasta el punto que deseé morirme. Me sentía miserable, exhausta y perdida. Tampoco tenía muchos ejemplos de personas que se habían recuperado totalmente, así que tuve que asumir que siempre cargaría con esa mochila. Mi mayor miedo era comer, después se convirtió en la idea de pensar que nunca me recuperaría.
Recuperarse de un TCA es duro. El acceso a tratamiento público no funciona básciamnete porque está mayoritariamente basado en el Índice de Masa Muscular de la persona. No me malinterpretes, me parece genial que lo tengan en cuenta, pero utilizarlo como diagnóstico no tiene sentido porque sólo aceptan a personas que están extremadamente enfermas y débiles; si no formas partes de ese grupo, entonces, estás fuera. Además, el tratamiento está fundamentalmente enfocado a ganar peso cuando un TCA no es sólo estar obsesionado/a con el peso o el físico. Mi problema no era la cantidad de comida que ingería; mi problema era mi mente, y eso era sobre lo que más necesitaba hablar. Necesitaba desahogarme y contar cómo me sentía, mis miedos, lo que me decía la voz y el deseo de morir. Me gustaría haber podido hablar sobre ello abiertamente con mis padres sin preocuparles. Nunca intenté suicidarme, pero no quería vivir más. Puede parecer algo impactante y demasiado serio porque es un tema sumamente estigmatizado, pero está demostrado que hablar de ello tiene un impacto tremendamente positivo.”
Conocerme a mí misma, entender y aceptar mis emociones es complicado pero lo he conseguido.
“Sé que soy una persona privilegiada porque mis padres pudieron permitirse económicamente el coste de un tratamiento privado. No me cansaré de decir lo profundamente agradecida que les estoy. Durante el tratamiento, mi psiquiatra estaba disponible en cualquier momento si necesitaba llamarle o hablar con ella. Además, nunca me forzó a hacer algo que no podía. Hablábamos sobre mis sentimientos y poníamos retos a corto plazo que fueran realistas y posibles. Otro aspecto positivo, es la unión y la confianza que creó en mi familia. La experiencia nos sirvió para fortalecer los lazos, las relaciones y el amor entre nosotros. Si tuviera que decir una, la lección más imporante que he aprendido es la capacidad de autoreflexión. Conocerme a mí misma, entender y aceptar mis emociones es complicado pero lo he conseguido. Por eso, quizá también he aprendido a priorizar lo que de verdad importa en la vida. La belleza va más allá de lo todo lo que podamos imaginar. La belleza, por cliché que parezca, está en el interior.”
RECUPERARSE ES POSIBLE
“Me gustaría que la gente que está en una situación similar supiera que RECUPERARSE ES POSIBLE. Es un proceso lento, doloroso y diferente para todo el mundo. No lo creía, pero es la verdad. Un día me di cuenta que no había escuchado la voz y, desde entonces, supe que se había ido para siempre. Mi vida no está controlada por lo que como o dejo de comer y, precisamente por eso, tengo la certeza de que nunca volveré a recaer.”
A aquellos que no puedan entenderlo, les diría que la anorexia no se elige. Si fuera una elección no estaría donde estoy ahora, ni hubiera pasado por todo lo que pasé. Jamás escogería el sufrimiento que viví. Es muy importante que la gente entienda que la Anorexia no consiste en seguir un modelo. La Anorexia es sobre el autoconcepto de tu propia imagen en todos los sentidos, y eso va mucho más allá que la búsqueda de un cuerpo perfecto. Nadie te cuenta que la Anorexia no es un modelo, una rutina o una decisión que tomas para sentirte mejor. La Anorexia es una lucha constante con uno mismo, con tu propia mente, y esa es la batalla más dura que he luchado en mi vida. Concienciarse sobre salud mental es imprescindible para sobrevivir y, por tanto, debemos normalizar hablar abiertamente sobre el tema.”
A dia de hoy, Raquel ha acabado la carrera de Medicina. Un sueño hecho realidad.
Todas las imagenes son fotos virtuales, hechas durante una videllomada en Zoom Barcelona-Bournemouth. Mayo, 2021