MARCUS

Quiero asegurarme de que otras personas no pierdan una década de su vida como la perdí yo.

Traducción de Elio Verdú.

“Puedes ser masculino y tener problemas con tu salud mental. Los hombres también padecen trastornos de la conducta alimentaria y no por ello eres menos hombre”

“Puedes ser masculino y tener problemas con tu salud mental. Los hombres también padecen trastornos de la conducta alimentaria y no por ello eres menos hombre”

Llegué a la conclusión de que no me estaba esforzando lo suficiente.

“Estar a la altura de la imagen ideal de lo que un hombre debe ser es donde todo comenzó para mí. Como hombres, se nos enseñan fotos e ideas de lo que es un hombre de verdad e intentamos alcanzar esos objetivos. Yo quería tener el cuerpo perfecto porque pensaba que sumaría mucho a mi vida, que me haría más válido. Era adolescente, sobre 14 o 15 años, cuando comencé a tener esto en cuenta. Me inicié en algunos deportes pero no fue hasta que empecé a competir que mi cuerpo cambió realmente. Cuando me puse en forma, un par de chicas que jamás se habían fijado en mí me piropearon. Desde entonces, el asunto dejó de tener que ver con implicarme en los deportes o querer estar activo y pasó a ser más sobre querer cambiar mi cuerpo.

Por aquel entonces no había redes sociales, por lo que me compraba revistas fitness, pero no era consciente de que todos los hombres en los que me estaba fijando tomaban esteroides y sustancias para mejorar el rendimiento. No importaba lo duro que entrenase al correr o nadar, nunca estaba como la gente de las revistas. Llegué a la conclusión de que no me estaba esforzando lo suficiente, así que seguí entrenando, haciendo más ejercicio y comiendo menos para conseguir el aspecto al que aspiraba.

La parte inconsciente de mi cerebro se dio cuenta de una manera o de otra de que mi cuerpo se moría de hambre y empezó a enviarme señales para que comiera. Pero a nivel consciente, mi cabeza me decía que no podía comer. Se convirtió en tal lucha interna que en ocasiones cedía a esa necesidad para comer algunos alimentos o cualquier cosa que me restringía a mí mismo. Una vez empezaba, ya no podía parar. Perdía el control de todo lo que me comía porque cuando mi cuerpo notaba que lo estaba alimentando, quería más. Comía tanto que me llegaba a poner malo, me sentía mal conmigo mismo y estaba avergonzado. Al darme cuenta del error que había cometido, empezaba de nuevo el ciclo, restringiendo más comida para compensar lo que había comido. Un tiempo después descubrí que podía provocarme el vómito, así que empecé con conductas purgativas. Esto continuó ocurriendo durante años.”

Me estaba quitando tanta felicidad de mi vida que llegó un punto en el que ya no podía más.

“No hubo un momento en particular en el que me diera cuenta de que necesitaba parar. Estaba abatido, mis niveles de energía física estaban bajos, estaba constantemente de mal humor y cansado, y raramente me motivaba. Tomar cafeína era una manera de forzarme a seguir adelante durante los entrenamientos pero acababa colapsando. Me estaba quitando tanta felicidad de mi vida que llegó un punto en el que ya no podía más. No estaba ni lo más cerca de conseguir el cuerpo que perseguía. Entre todos mis amigos, yo era siempre el chico fit, al que veían seguro de sí mismo pero, desde mis ojos, yo no era lo que quería.

Al final, aprendí más sobre la cultura de las sustancias para la mejora del rendimiento y los esteroides dentro de la industria fitness y aprendí que incluso cuando alguien te dice que no se mete esteroides no significa que no esté tomando o utilizando otras sustancias para conseguir esta apariencia de “superhumano”. Aprendí la diferencia entre los atletas olímpicos (que se someten a controles antidopaje y entrenan para conseguir un rendimiento y una salud óptimos) y cómo son sus vidas, comparado con el estilo de vida y hábitos de un modelo fitness. Supongo que esa fue una de las cosas que me dio el sentido de lo que puedes esperar realmente del cuerpo humano y de lo que cuesta llegar a sentirte bien y tener un buen aspecto sin estar obsesionado ni abatido. Cuando conocí a modelos fitness me di cuenta de que aunque tuvieran momentos de estar en la cima, la mayoría tenían muchos problemas. Ese fue el comienzo del cambio.”

Como muchos chicos, no veía lo que tenía como un problema porque yo no encajaba en el estereotipo.

“Leí libros, investigué y me fijé en entrenadores que estaban más implicados en entrenar grandes atletas que no se dopan. Una de las partes más difíciles fue acabar con los atracones. Pensaba que lo había superado, entendía lo que me pasaba y por qué no debía hacerlo, pero por alguna razón seguía con episodios de atracones. Estaba confundido y frustrado porque por una parte sabía que había hecho un gran progreso pero, aun así, los atracones nunca acababan: estaba tan arraigado en mi cerebro que no lo podía detener. Era consciente y sabía lo que era la bulimia pero, como muchos chicos, no veía lo que tenía como un problema porque yo no encajaba en el estereotipo. Simplemente pensaba que me pasaba algo o que era una persona débil. En mi cabeza, todo se debía a falta de disciplina, realmente no pensaba que pudiera estar sufriendo un trastorno alimentario porque no me veía reflejado en el estereotipo de alguien padeciendo un TCA.

No fue hasta que empecé a estudiarlo y a buscar opciones y diferentes perspectivas de gente que lo había superado que entendí que un TCA no tiene una sola apariencia. Hay diferentes personas, diferentes tipos, diferentes grados. Cuando iba a terapia, durante las sesiones decía que entendía por qué estaba allí, las influencias, los errores que cometí, que recibí la información equivocada, entendía que yo era un adolescente inseguro en busca de validez; lo entendía todo pero no sabía qué hacer al respecto. El terapeuta solía acabar la sesión ahí, sin darme pautas, explicaciones o consejos para gestionar la situación.”

La pieza final del puzle fue escuchar a alguien contando su historia de una manera muy similar a la mía.

“Como la terapia no me funcionó, empecé a buscar respuestas en otros sitios. Y las encontré, eso fue lo que me llevó a superarlo. Me leí libros de psicólogos, la mayoría sobre prejuicios internos. También fui guitarrista profesional durante un tiempo y tuve problemas con el miedo escénico. Comprendí que los mismos principios que me permitieron gestionar mi miedo escénico y convertirme en guitarrista profesional eran en realidad los mismos que se podían aplicar para superar mi TCA. La pieza final del puzle fue escuchar a alguien contando su historia de una manera muy similar a la mía. Fue el libro de Kathryn Hanson Brain over Binge (“cerebro sobre atracón”) lo que me motivó a tender mi mano y pensar: “terapia tradicional no es la respuesta para mi”

Seguimos idolatrando al tipo de hombre que es el héroe masculino.

“Los hombres estamos todavía en un punto en el que no podemos hablar realmente de trastornos de la conducta alimentaria. Todos estamos en nuestro camino, todos somos muy singulares. En algunos aspectos, todos somos exactamente iguales y en otros aspectos, todos tenemos determinadas situaciones únicas que nos permiten ser quienes somos. Por mi experiencia, creo que a los hombres se les dice que pueden pedir ayuda si lo necesitan, aunque seguimos idolatrando al tipo de hombre que es el héroe masculino, alguien que lo hace todo por su cuenta y que no necesita a nadie. Como personas, nos animan a pedir ayuda, a tener conciencia sobre la salud mental, pero al mismo tiempo seguimos escondiendonos de lo que no queremos que otros vean. Es como “puedes pedir ayuda, pero eres mejor si no la pides”. Eso es probablemente lo que más me cuesta llevar a día de hoy como profesional en la industria y el mayor obstáculo al que me enfrento trabajando para ayudar a otras personas. Generalmente, los chicos no son honestos con respecto a lo que les pasa o sus sentimentos, y se suelen aferrar a muchas creencias que limitan la habilidad de ser quiénes realmente podrían llegar a ser.”

Marcus trabajó como guitarrista profesional y comenta: “Tuve la oportunidad de cruzar el charco y hacer de telonero para mi héroe, Slash, el guitarrista de Guns n’Roses (…) pero no tenía la energía para disfrutar de las cosas” Durante la sesión virtual de fotos, le pedí que tocara su canción favorita.

Ojalá hubiera sabido que mi valor tenía mucho menos que ver con mi aspecto físico de lo que pensaba.

“Ahora mismo estoy recuperado. No dejo que la comida influya en opciones en las que la comida no debería influir. Ya no me pierdo experiencias por la comida. Hago un esfuerzo deliberado por comer bien y sano, y sigo haciendo deporte. La superación, para mí, no significa no ir al gimnasio y comer de todo o lo que sea. No he rechazado completamente todo lo que viniera del deporte y la nutrición, pero ahora la comida ya no afecta a mi carrera, mis experiencias o los momentos sociales.

La peor parte de tener un TCA es que me perdí muchísimas experiencias que ya no puedo recuperar. Me da mucha pena. Cuando tenía “veintipocos” y trabajaba en la industria de la música, tuve la oportunidad de cruzar el charco y hacer de telonero para mi héroe, Slash, el guitarrista de Guns n’Roses. Hice dos tours en Asia, estuve en Reino Unido, viví en Cailfornia, en Los Ángeles. Estaba tan obsesionado con mi aspecto, la grasa corporal, la dieta, etc. que mi energía estaba muy baja y no estaba para socializar. No era una persona divertida y no tenía la energía para disfrutar de las cosas. Me alejó completamente de todas esas experiencias que ya no van a volver.

Ojalá hubiera sabido que mi valor tenía mucho menos que ver con mi aspecto físico de lo que pensaba. Ojalá hubiera sabido que intentar parecer perfecto no me iba a aportar realmente nada de felicidad como pensaba. Llega un punto en el que estás lo suficientemente en forma e ir más allá no te va a hacer más feliz. En ese punto, deberías empezar a centrarte en tu desarrollo personal, la persona que eres, el valor que puedes aportar al mundo y lo que puedes conseguir.

La parte positiva es que gracias al camino, siempre estoy dispuesto a redirigir las cosas en mi interior que son más difíciles de redirigir. Tengo la valentía de mirarme a mí mismo, hacia dentro, y ver si hay algo que debe arreglarse y enfrentarme a ello, sin importar lo que cueste. No habría aprendido lo que he aprendido sobre cómo funciona nuestro cerebro. Lo que he aprendido respecto a mi propia experiencia me ha ayudado en mi vida profesional, en mis relaciones… Me ha hecho más sabio. Me ha puesto en una posición en la que si la gente viene a trabajar conmigo, puedo cambiar sus vidas en unos pocos meses y asegurarme de que no se pierden una década de sus vidas como la perdí yo.”

Puedes echar un vistazo al trabajo de Marcus en su perfil de Instagram Marcus Kain | Nutrition, S&C (@mkaincoaching) • Instagram photos and videos donde comparte reflexiones sobre la masculinidad tóxica, el mundo del deporte y el fitness, y ayuda a hombres que sufren un TCA a recuperarse.