LAURA

Quizá es por todos los momentos buenos que me he perdido, que quiero exprimir al máximo y disfrutar de lo que tengo.

Después de un episodio de atracón, que podía durar incluso más de dos semanas, me sentía tremendamente culpable y agotada.

“El verano de mis 15 adelgacé sin intención de hacerlo. Un día, quedé con unas amigas a las que no veía desde hacía tiempo y me dijeron lo guapa y lo delgada que estaba. Ese fue el detonante que me llevó a dejar de comer ciertos alimentos y empezar a comer, lo que a mi parecer era, más sano, basando mi alimentación en ensaladas, fruta y yogur. Al principio, los fines de semana eran los días que me permitía comer todo aquello de lo que me privaba durante la semana, pero pronto se convirtió en un hábito repetido y mi cuerpo cada vez pedía más y más comida. Lo que empezó siendo un par de días, acabó siendo una especie de ritual que me llevaba a tener grandes atracones. Conocía a gente que también comía con ansiedad, pero no les afectaba hasta el punto de tener un impacto en sus vidas. En mi caso, después de un episodio de atracón, que podía durar incluso más de dos semanas, me sentía tremendamente culpable y agotada.

No es una decisión mía o una rabieta, es algo que va más allá de mi control

Por suerte, mis amigas y mi familia siempre me han apoyado. Quizá no hayamos hablado mucho del tema, pero yo he intentado ser honesta, transparente y llevarlo con la máxima naturalidad posible. Cuando me encontraba mal, lo decía y explicaba por qué no iba a algunos planes o fechas importantes como cumpleaños, para que entendieran que no es una decisión mía o una rabieta, sino que es algo que va más allá de mi control. A veces, han venido a mi casa, me han animado y han conseguido que saliera. Sé que para mi familia ha sido también difícil y han estado preocupados durante mucho tiempo, por eso es importante hablar de cómo me siento y hacerles saber que, al final, todo pasa.”

Tener una enfermedad mental no implica estar todo el día triste o ir llorando por las esquinas

La diferencia entre antes y ahora es la manera de ver las cosas. Ahora me doy cuenta que no existe el cuerpo perfecto, ahora veo bonito cada cuerpo y sobre todo acepto y quiero mi cuerpo cada día un poquito más. En cuanto a personas menos cercanas a mi, me he sentido juzgada. Mucha gente no entiende que tener una enfermedad mental no implica estar todo el día triste o ir llorando por las esquinas. Si voy a una fiesta, la gente piensa que ya estoy recuperada o que lo que me pasa tampoco es para tanto. Yo sigo siendo una persona alegre a la que le encanta pasar tiempo con mis amigas y no paro de hacer cosas, ¡soy súper activa! Me encanta la playa, el deporte y viajar. Eso no quita que como todo el mundo, tenga mis momentos y necesite espacio para poder aceptar cómo me siento. Cuando entro en bucle me digo a mí misma: “no pasa nada, mañana lo verás todo mejor”.

Con los años, me he dado cuenta de la importancia de abrirse y poder tener conversaciones sobre lo que nos pasa.

“La parte buena de todo es que ello me permitió hacer cosas que no hubiera hecho en otra situación; pude viajar a Italia y a Irlanda, lo que me dio la posibilidad de ver otro tipo de vidas. Al cabo de unos años, conseguí acabar un ciclo formativo y ahora estoy trabajando y llevo una vida ‘normal’.

Creo que uno de los mayores problemas con los que me he encontrado es con el estigma alrededor de las enfermedades mentales. No es tan sencillo como decir que tienes un catarro y la solución es una pastilla. Lleva tiempo y esfuerzo poder explicar tu experiencia porque es complejo e intervienen muchos factores. Mucha gente se lo guarda para sí misma por el miedo a la incompresión y ser juzgados, pero es increiblemente reconfortante saber que no eres la única. Con los años, me he dado cuenta de la importancia de abrirse y poder tener conversaciones sobre lo que nos pasa.”

Si pudiera hablar con la Laura del pasado le diría: vida sólo hay una, disfrútala.

“El camino me ha enseñado a crecer personalmente y a ser más empática. Soy mucho más respestuosa con los demás e intento no juzgar, porque nunca sabes lo que una persona lleva detrás. Me considero buena persona y siempre intento estar ahí para cuando me necesitan. Me gusta hacer reír a la gente y que se lo pasen bien conmigo. Quizá es por todos los momentos buenos que me he perdido, que quiero exprimir al máximo y disfrutar de lo que tengo, que es mucho. Si pudiera hablar con la Laura del pasado le diría: vida sólo hay una, disfrútala.”

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Las imágenes son parte de una sesión de fotos virtuales hechas a través de Zoom conexión Inglaterra- España.